Cuenta la desgarradora historia de los esfuerzos de Wayne y Cathy Justus para descubrir lo que estaba paralizando y matando a sus animales. Durante un período de 20 años, se agregó intencionalmente un veneno insidioso al suministro de agua del área de Pagosa Springs para supuestamente beneficiar los dientes de los niños, pero demostrablemente perjudicial para todos. Esta historia tiene implicaciones mucho más amplias no solo para aquellos que crían y crían caballos, sino también para los humanos que beben la misma agua fluorada.